Matsuri

Nota .- Actualizado con un pequeño comentario sobre las bebidas (gracias por recordármelo, Lorelai).

Los Matsuris son fiestas de origen religioso que suceden durante todo el año por todo Japón. Los motivos por los que se celebran pueden ser varios, la llegada del nuevo año, el florecer de los cerezos (Hanami), el día de los niños (Kodomo no hi) son solo los más conocidos internacionalmente, pero existen muchos más. En verano se celebra el Obon, fiesta en la que se honra el espíritu de los familiares difuntos. Es un evento muy especial para los japoneses por lo que los Matsuris que se celebran en estas fechas han adquirido una gran importancia.

Hoy en día, los Matsuris pueden ser patrocinados por los templos, pero también por tiendas y comunidades. El punto álgido suele ser el momento en el que se pasea el Omikoshi (un pequeño templo). Según quién organice la celebración, puede haber unos bailes, también tradicionales y religiosos, fuegos artificiales y otros eventos importantes.

El Matsuri tiene un significado religioso, pero también es un evento alegre y festivo en el que es bienvenido cualquiera que quiera participar. También puede ser especialmente romántico, como en San Valentín, es un momento en el que se forman nuevas parejas, o como mínimo los enamorados que todavía no se han declarado, se invitan y se arreglan especialmente para esa noche. La forma tradicional de declarar el amor es diciendo «Es bonito observar la luna contigo».

En caso de querer asistir y no ser japonés, no hay ningún problema, el evento es gratuito e incluso si hemos comprado un Yukata, podemos llevarlo puesto. Lo que encontraremos es un gran ambiente, y en los eventos más importantes encontraremos un montón de actividades y sobretodo, comida.

En los Matsuris encontraremos muchos puestos de comida y lo normal es que cada uno esté especializado en un plato. Los más tradicionales son el yakitori, yakisoba, takoyaki, okonomiyaki, pescado, dango y osenbe. Son platos que se pueden preparar en pequeñas barbacoas o en planchas. Pero a lo largo del tiempo han ido apareciendo nuevos puestos que o bien inventan nuevos platos, o renuevan antiguos, o importan de otros lugares. Ahora la oferta puede ser enorme, tanto que no puedes llegar a ver todos los puestos que hay.

Lo que más me fascina es que pese a la gran cantidad de puestos, la cantidad de gente que hay y la velocidad a la que preparan los platos, todo, absolutamente todo está delicioso. Para ello se esfuerzan en aprender un solo plato, y cuando es necesario, inventan utensilios para ir más rápido. Por suerte se valora más la habilidad del cocinero que no la inmediatez de un plato precocinado, sino se perdería todo este ambiente.

Es curiosa la sensación al estar en una de estas celebraciones, por un lado la multitud puede llegar a ser agobiante, pero por otro, hay tanta energía que se contagia. A los japoneses les parece un poco caótico y hasta un poco sucio, pero deberían estar en alguna de las fiestas en las que he estado yo. Aquí como mucho alguna esquina oscura sirve de papelera, pero por lo general la gente prefiere tirar la basura en alguno de los muchos contenedores en los que también se divide la basura para su reciclaje. Todos van a su estilo, pero siempre de la mejor manera posible, ya sea con yukata o con ropa gótico-actual. El caso es que a todos les gusta el kakigori (hielo raspado con algún tipo de jarabe y/o fruta) .

El takoyaki tiene ingredientes similares al okonomiyaki, aunque lo que le hace especial es la forma redondeada y que lleva algo de pulpo como relleno. Para prepararlo se necesita una plancha con unos huecos. En ellos se pone la mezcla y en el momento adecuado, con ayuda de unos palillos, se le da la vuelta. Es un espectáculo que hay que ver.

También hay platos más sencillos, pero no por ello menos buenos. Hay mazorcas asadas, patatas al vapor bañadas en mantequilla, pepinos que guardan en agua con hielo para que estén más crujientes.

El calamar es un pincho que quizás no sea tan conocido. Se cocina entero y mientras se hace se le practican unos cortes. Es quizás uno de los sabores más sencillos, pero a veces apetece algo así, aunque por supuesto, también tiene sus fieles seguidores.

Y ya que estamos hablando de los pinchos, debo hacer especial mención de los yakitoris. Son pinchos de pollo y cebolla, marinados con una salsa dulce y que están absolutamente deliciosos. Existen muchos tipos de pinchos que utilizan esta u otras salsas y que merecen su rincón en este post. Existen los de bistec, de corazón, de lengua de ternera. Existe de caballo, muy popular sobretodo en Nagano. También hay de cerdo, de carne picada, de cartílago de pollo, vamos, de muchos tipos y todos hay que probarlos.

También es posible encontrar oden, un plato que normalmente se toma en invierno, pero que si te gusta, no tendrás manías en comer. Suele prepararse con un caldo de pescado y algas en el que se cuece (cuanto más tiempo, mejor) trozos de nabos, huevos, diferentes tipos de masas de pescado, tofu, kombu (un tipo de alga) y que tomas en caliente. Tiene un toque dulce y combina muy bien con el sake.

Los pescados asados (ayu) están muy buenos también. Se preparan ensartándolos en un pincho y salando las aletas. Se suelen comer enteros aunque las aletas se utilizan para crear contrastes salados.

Por supuesto, en los Matsuris también encontraremos todo tipo de dulces, desde las nubes, que son muy populares aquí (como en el resto del mundo), pero también dulces tradicionales como el dango. Son bolas de masa de arroz compacta y que pueden ser marinadas con muchos tipos de salsa, aunque los más populares son con soja dulce o envueltos con nori y tostados.

Otro dulce son frutas envueltas por una gruesa capa de azúcar y pinchadas en un palito (como un Chupa Chups). Como se preparan al momento, se endurecen rápidamente poniéndolos sobre un hielo sobre el que se van produciendo unos surcos redondeados.

En Japón existen un tipo de manzanas pequeñas que son perfectas para hacer manzanas caramelizadas. Son dulces y te dejan espacio para comer otros dulces, pero si quieres algo todavía más pequeño, también tienen fresas caramelizadas.

Y finalmente, uno de los dulces más populares es el banana-choco, que como su nombre indica es un plátano cubierto de chocolate y que suele llevar virutas de caramelo para darle más color. Es tan sencillo y bueno que me sorprende no haberme cruzado con él antes.

Y a parte de la comida, también hay todo tipo de bebidas. Los puestos más sencillos ofrecen latas y lamune que enfrían en grandes cubas llenas de agua y hielo. Las latas suelen ser de cerveza (Kirin, Asahi, Sapporo…). El lamune es una bebida dulce y gaseosa similar a la soda y que toman los niños sobretodo en verano. La botella tiene una curiosa canica en la boca y que antiguamente servía de tapón. Esta se empujaba dentro de la bebida y ya se podía beber.

También hay puestos mejor preparados en los que podemos pedir nama biru (cerveza de barril) y cócteles. Actualmente el mojito es muy popular.

Los puestos más «elegantes» suelen venir de la mano de Hostos, unos chicos que van totalmente arreglados (pelo, ropa e incluso maquillaje). Su trabajo es acompañar a chicas en bares, escucharlas y conseguir que compren muchas bebidas. Normalmente intentan vender botellas de Dom Perignon, las más caras, y cuando lo consiguen, lo gritan en alto para que todos los Hostos del bar se acerquen a felicitar a la cliente. En el Matsuri venden chupitos de Dom Perignon.

Si lo que quieres es alguna bebida no alcohólica, además del lamune se pueden encontrar zumos, batidos y té con leche y perlas. Las perlas son pequeñas bolas de tapioca u otras frutas y que suelen combinar muy bien con los tés.

Los precios de cada uno de los platos rondan los 500¥ y pese a que puede parecer mucho, suelen ser bastante generosos en las cantidades, por lo que es posible que con 4 o 5 platos tengáis suficientes, así que si vais a ir a algún Matsuri, mejor no comáis nada al medio día, así podréis probar más cosas.

Un último consejo, los horarios son fijos y se cumplen a rajatabla. Es importante porque hay que llegar temprano, las grandes dimensiones de la fiesta y el gran número de gente que asiste puede hacer que no veáis nada, y en cuanto cierran, todo el mundo vuelve en metro y se forman unas colas impresionantes.